8 de junio de 2010

La segunda guerra: Guerra de Decelia

Los lacedemonios no se limitaron a simplemente enviar ayuda a Sicilia; también resolvieron llevar la guerra a los atenienses. Con el consejo de Alcibíades, fortificaron Decelia, cerca de Atenas, y evitaron que los atenienses pudieran utilizar sus tierras durante todo el año. La fortificación de Decelia impidió el envío de suministros a Atenas por tierra, obligando a que fueran transportados por mar con un costo mayor. Lo peor de todo quizá fuera que el trabajo en las minas de plata cercanas fue completamente interrumpido, ya que unos 20.000 esclavos atenienses fueron liberados por los hoplitas espartanos en Decelia. Con los 1000 talentos del tesoro y reservas de emergencia diluyéndose, los atenienses tuvieron que demandar mayores tributos a sus aliados, aumentando aún más la tensión y la amenaza de otra rebelión dentro del Imperio.

Los corintios, los espartanos y otros miembros de la Liga del Peloponeso enviaron más refuerzos a Siracusa, esperando rechazar a los atenienses; pero en lugar de retirarse, estos mandaron otras cien naves y 5000 hombres a Sicilia. Bajo las órdenes de Gilipo, los siracusanos y sus aliados consiguieron derrotar totalmente a los atenienses en tierra; además, Gilipo alentó a los siracusanos a construir una armada, la cual logró vencer a la flota ateniense cuando intentaban la retirada. El ejército de Atenas]], buscando escapar por tierra a otras ciudades más amistosas de Sicilia, fue dividido y derrotado; los soldados del ejército ateniense fueron vendidos como esclavos y toda la flota fue destruida.

Tras la victoria sobre los atenienses en Sicilia, todos creían que el fin de su Imperio estaba próximo. Su tesoro casi se había agotado, sus astilleros estaban vacíos y sus jóvenes muertos o prisioneros en territorio extranjero. Sin embargo, la fuerza del Imperio ateniense fue subestimada, aunque ciertamente el comienzo del fin estaba cerca.

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